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martes, 22 de octubre de 2013

Fascículo 5: Sinister Kid y Psychotic Girl.



Había pasado una semana desde el incidente en casa de Sylvia, y las aguas parecían haber vuelto a su cauce. Al menos relativamente. No es que hubieran llegado a besarse. BUENO, VALE, SÍ, HABÍAN LLEGADO A BESARSE. Pero joder, sólo un poco, no es que se hubieran dado el lote.

Básicamente porque la hermana de Sylvia les había pillado de pleno PERO.

Ahora cada vez que se veían huían el uno del otro. Habían sacado un 85% en el trabajo y eso les bastaba a los dos. Parecía que el cabreo había desaparecido y había sido reemplazado por una incomodidad palpable en el ambiente.

Natalie había interrogado muchísimas veces a Sylvia, igual que Mordred le había preguntado un par de veces a Vulcan ante su hosco silencio y sus gruñidos cuando divisaba una melena rubia por los pasillos. Ninguno de los dos había soltado prenda. 

A VER. Hay que entenderlos. Se habían. Besado. Él. Y ella. En plan. Vulcan el friki de los ordenadores canadiense que no había tocado teta en la vida y que tenía una novia novata más inocente que una niña de 8 años Y Sylvia la animadora estúpida que estaba medio saliendo con el mejor amigo del friki canadiense al que odiaba con todo su tiny heart.

Esas cosas no se podían explicar. Ni nombrar, ni recordar siquiera. Sylvia había pensado abandonarse a la bebida para olvidarlo, pero si empezaba a darle al tequila probablemente acabaría en un vagón de tren rumbo Hogwarts bailando encima de una mesa con un sujetador de pinchos y peleándose con retrasados varios. Y no. 

La cosa volvió a alterarse un miércoles cualquiera…

Hagamos los paralelismos:
Miércoles, 9:30 de la mañana, aseo de las chicas. Sylvia y Natalie.
-¡NATALIE!- La puerta del aseo se abrió de un golpetazo y una Sylvia despeinada y bastante radiante entró como un tornado.- ADIVINA. 

Natalie, que se estaba lavando las manos después de tomar su desayuno (dos uvas y un sorbito de agua), se la quedó mirando con las cejas levantadas.- ¿Jazz te ha pedido salir? ¿Tu madre te ha comprado un coche? ¿Tu cuñado ha cancelado la boda? ¿Electra se ha roto el cuello? ¿Elie Saab ha sacado una nueva colección?- Sylvia fue negando pregunta a pregunta y dio unas cuantas palmaditas mientras botaba en el suelo. Luego pareció acordarse de algo.

Empezó a abrir las puertas de los cubículos a patadas para asegurarse de que no había nadie y, justo en el último, encontró a Aliche con una grabadora y una libretita. AJÁ. Levantó las cejas y Aliche le sonrió, parpadeando con inocencia.- Yo sólo estaba… em… tomando apuntes para… em… la receta… del pastel… de Labores del Hogar… ya sabes… EJEJEJEJEJE. 

Fiuuuuuuuum, una Aliche voladora salió por la puerta del aseo y se estrelló contra la pared de enfrente, a alguien se le cayó un café sobre su mochila y su portátil se fue a tomar por culo. Espera, esos pompones que salieron volando…

Da igual.

Sylvia volvió a entrar al aseo espolsándose las manos y Natalie la miraba con el agua cayéndole todavía sobre las manos, ya arrugadas como pasas. WTF. A veces Stahl parecía recién salida del Wrestling. LA ENTERRADORA. Ya.

La rubia carraspeó y le cerró el grifo a Natalie, que seguía mirándola con miedo a moverse mucho, por si le arreaba.- No me mires así. Llevo una semana notando que nos sigue a todas partes, ya me he acostumbrado a mirar antes de hablar en algún sitio.- De ahí directa a la CIA, vamos.

Cogió unos cuantos papeles y se los tendió a Natalie, que empezó a secarse las manos sin apartar la vista de Sylvia. – Bueno, entonces… ¿qué pasa?- Tercera Guerra Mundial. Lo veía. Pero la carita de felicidad de Sylvia… 

Stahl se quitó la mochila del hombro, la dejó encima del lavabo y sacó un cartel arrugado que parecía haber arrancado de en medio de la calle.- THE BLACK KEYS VIENEN A LA CIUDAD.- Acto seguido empezó a gritar como una descosida y a pegar botes y a dar vueltas y casi se ahostia contra una puerta.

Natalie no había oído hablar de ese grupo EN LA VIDA, o sea, ella era más de Patito Feo y tal, pero vio la ocasión y.- NO JODAS, ES UNO DE MIS GRUPOS FAVORITOS. TENEMOS QUE IR A ESE CONCIERTO. NO NOS LO PODEMOS PERDER. 

Sylvia paró en seco y la miró con una sonrisota.- Las entradas salieron a la venta ayer. En acabar de clase, vamos a hacer cola para comprarlas.- Natalie tragó saliva y asintió.

Adivinad a quién le tocaría escuchar toda la discografía y empollarse letras de canciones.

Miércoles, 9:35 de la mañana, pasillo frente al aseo de las chicas. Vulcan y Mordred.
Vulcan se abrió paso a empujón limpio entre la muchedumbre, aguantándose el gorro como mejor podía y sujetando un café ardiendo con la punta de los dedos. Había salido huyendo de casa después de que su madre se enterara de en qué se había gastado el dinero, PERO. 

Llegó hasta Mordred y lo cogió por detrás.- Tíotíotíotíotío, tengo notición.- Mordred levantó las cejas y lo miró, adormilado.- El qué.- Preguntó pasivamente, mientras se dejaba arrastrar por la multitud. Vulcan le sacudió ligeramente.- ¡Adivina!

Hunter puso los ojos en blanco y chasqueó la lengua.- ¿Electra te ha besssssado ssssin ponersssse roja? ¿Electra te ha cogido de la mano ssssin reírsssssse por lo bajo? ¿Te ha ensssssseñado las tetasssss? ¿TE HA ENSSSSSEÑADO LAS BUBISSSSSSSSS?- PLOM, capón de Vulcan que despertó del todo a Mordred.- QUÉ DICES. Loco. Más quisiera…- Se lamentó.

Abrió la boca para darle la gran noticia, pero justo delante suya una animadora salió volando por la puerta del aseo y se estrelló contra la pared. Vulcan juraría que había visto una melena rubia desapareciendo por la rendija de la puerta y gritó un ‘STAHL, ABORTAR MISIÓN’, sólo que con las prisas por huir PLAAAAAAAAAAAS, se le cayó el café sobre el bolso abierto de Aliche. Donde estaba su portátil, que empezó a chisporrotear.

-Oh mierda. Oh mierda. Oh, mierda, mierda, mierda, mierda.- Aliche levantó la mirada y la cara se le descompuso de rabia.- ¡TÚ!- Oh dios, daba más miedo que MorganNo, mentira, no daba más miedo que Morgana. Nada daba más miedo que Morgana. Bueno, sí, Morgana recién levantada, con la regla y de resaca. De repente sintió compasión por Mordred.

Pero no tenía tiempo para sentir compasión por Mordred, ya que Aliche había empezado a gritar enfurecida y - ¡CORRE!- Empezó a empujar a Mordred por la multitud para huir de esa animadora histérica. Notó cómo algo le caía en la cabeza, pero no tuvo tiempo de investigar lo que era.

Corrieron hasta llegar a la cafetería, donde se sentaron, exhaustos, en la mesa de siempre, la más apartada y escondida. Ya allí, Vulcan se tocó la cabeza y…- Mordred, explícame por qué tengo un pompón a modo de sombrero.- Se lo quitó y lo dejó a su lado, mirándolo con aprensión. Joder, ese café le había costado un artículo del GB criticándolo hasta la muerte. Pero…

-Vale, colega, mira lo que tengo.- Metió la mano en el bolsillo del pantalón y sacó dos entradas de color marrón con las letras negras.- ¡Las primeras entradas para el concierto de The Black Keys en la ciudad! Estuve dos horas haciendo cola- en realidad fueron diez minutos- pero conseguí las primeras antes de que se agotasen- en realidad dudaba de que las entradas se agotaran.

Mordred entrecerró los ojos y miró las entradas con sospecha.- ¿Y Electra?- Ah. Ya. Vulcan puso los ojos en blanco.- Últimamente está muy rara. Me ha dicho que no le gustan las multitudes y que me lo pase bien en el concierto.- Se encogió de hombros. Al fin y al cabo ya sabía que las cosas con Electra estaban un poco jodidas, pero había confiado en poder arreglarlas en el concierto.

Al menos iría con su novio Mordred, unidos por el hilo de El Mal por eones y eones de generaciones incestuosas. 

***

No se lo podía creeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeer. Era sábado (porque me gusta hacer saltos temporales de la hostia) y estaba ya en el recinto con Natalie. Y por recinto digo una sala más o menos pequeña y algo cochambrosa, pero no pasaba nada. Diez de la noche. Tres horas de arreglos. Reescuchar CDs antiguos. Llevárselos todos en una mochila para luego acosar a los miembros del grupo y que firmaran. La libretita para los autógrafos. El instagram del móvil pa’ hacer instafotos instafantásticas. TODO PERFECTO.

~

Arrastró a Mordred entre la multitud. Todavía quedaba media hora hasta que empezara el concierto, pero la gente ya empezaba a coger posiciones y él pensaba estar en la primera fila. Esperó pacientemente más o menos por en medio y se puso a mirar a su alrededor. Le dio un codazo a Mordred.- Mira qué tía.- Le susurró, señalando una cabellera rubia que estaba de espaldas a ellos.- No ssse le ve la cara.- Se quejó Hunter, mientras se ponía de puntillas para intentar ver un poco mejor. Vulcan puso los ojos en blanco.- EL CULO, Mordred, EL CULO. MÍRALE EL CULO. EL. CULO. 

Mordred pareció entenderlo y se quedó mirando. Se encogió de hombros.- Me gussta más la que esssstá al lado.- Al lado había una chica delgaducha con un vestidito blanco que parecía no encajar muy bien allí. Vulcan puso los ojos en blanco.- Allá tú. Vamos a pasar más adelante.- Cejas, cejas. Qué. Mirar no era infidelidad. 

Se acercó a las primeras filas, tirando a Mordred tras de sí, que gruñía diciendo noséqué de ‘te han echado droga en la cerveza’ (cosa que dudaba, porque el único que los drogaba era Jazz y no estaba allí) y se situó detrás de las nenas.

Espera, era un concierto. Hm. Sin querer, le dio un empujón a la rubia.- Uy, lo siento.- Farfulló, como si hubiera sido sin querer. La chica se dio la vuelta, susurrando un ‘no pasa nadQUÉ COÑO’.
NO SE VEÍA VENIR. QUÉ VA. Efecto sorpresa. 

Pero esa tía no parecía Sylvia. Estaba tan acostumbrado a verla con falditas rosas y el uniforme de animadora que… que… la examinó de arriba abajo sin cortarse un pelo. Vaqueros ajustados con aspecto de viejunos y algunas roturas, una camiseta de The Black Keys de tirantes cortada que dejaba a la vista su ombligo, el pelo ondulado que le caía desenfadadamente… ¿ERA SOMBRA DE OJOS NEGRA LO QUE LLEVABA?

Oye pues estaba guapNO, VULCAN. NO. Se quedó boquiabierto, con Sylvia mirándole acojonada, Natalie con cara de ‘oh dios’ y Mordred examinando con ojo crítico el vestidito blanco que lucía Natalie, como si no supiera muy bien qué hacía ahí. El blanco le daba alergia o algo por el estilo. Sería que se manchaba rápido con la sangre de las vírgenes de las que se alimentaba. 

Tras unos treinta segundos de reflexión en los que Vulcan intentaba alejar la idea de que había elogiado el culo de Stahl de su cabeza y Sylvia intentaba encontrar una excusa para salir por patas de allí, Mordred abrió la boca y le susurró a Vulcan un ‘huyamosssssss antessss de que nosss pongan lazossss’.

Pero no. Ya tardó Sylvia en abrir la boca.- ¿Qué hacéis vosotros aquí?- Preguntó con tono de estar mosqueada. ¿Mosqueada, ella? Mosqueada él. Ése era su hábitat, no el de una niña rica y pija.- La pregunta es QUÉ HACES TÚ AQUÍ, Stahl.- La rubia abrió la boca como una muñeca hinchable.
-¿Peeeeeeeeeeerrdonaaaaa? Tengo derecho a venir al concierto de mi grupo favorito, VANE.- Replicó con asco. Vulcan se cruzó de brazos.- Resulta que es MI grupo favorito y no te doy permiso para estar aquí así que puedes largarte. Shushu.- Le echó aire con la mano y Sylvia se la quitó de delante de un manotazo.- A mí no me vaciles, que eres un… un… un… SINISTER KID.- No es que le hubiera llamado Sinister Kid, cofcof, es que habían empezado a sonar los acordes, pero Vulcan no parecía haberse dado cuenta. 

Levantó las cejas.- ¿Eso es un insulto, Stahl? Tú eres una psicótica. PSYCHOTIC GIRL, ERES UNA PSYCHOTIC GIRL.- Eso, hablemos en jerga, seguro que Natalie y Mordred se estaban enterando de todo. Sylvia cogió aire, indignada.- YO. NO SOY. UNA PSYCHOTIC GIRL. SOY MUY DIGNA.- Vulcan empezó a reírse.- No lo eres.

Para entonces los acordes de la canción que empezaba hicieron a los cuatro girarse hacia el escenario. Sylvia miró de reojo a Vulcan, cogió a Natalie de la muñeca y corrió hacia las primera filas, dándole un empujón a Vane en el camino y casi tirándolo al suelo. Maldita animadora histérica. 

El concierto se dividió en beber cervezas de procedencia dudosa y cantar las canciones como gilipollas, a grito pelado e inventándose la letra cuando no se acordaban. Sin embargo Vulcan no podía evitar girar la cabeza ligeramente hacia la derecha, donde veía a Sylvia saltar como una más y cantar como si se supiera las letras de pe a pa. Nadie que la viera allí creería jamás que era una animadora estirada y estúpida.

Lo peor es que le gustó esa faceta de Sylvia, la desenfadada que bebía cerveza caliente, que pegaba empujones y no estaba pendiente de su pelo cada dos por tres. Que le pasaba los botellines a Natalie cada 10 minutos como si no tuviera fondo y a la que, de vez en cuando, sorprendía mirando en su dirección y le tocaba apartar la vista violentamente.

~

El concierto llegaba a su fin y Sylvia disfrutaba como una enana. Ya suponía que Natalie no sabía dónde se había metido, porque estaba recta como un palo a su lado, mirando a su alrededor e intentando no tocar mucho a la gente, pero no tuvo más remedio que ignorarla. Pegó saltos, recibió pisotones, juraría que un par de cerdos le habían tocado el culo…

Última canción. Too Afraid To Love You. Pos ole. Su puta estampa. Se tensó como un palo y, por alguna extraña razón que NADIE sabe explicar, giró la cabeza automáticamente hacia la izquierda. Vulcan estaba en la primera fila, tenso y con una máscara indescifrable en la cara. Justo cuando empezó a sonar la canción giró la cabeza y sus miradas se encontraron.

Boom.

Boom.

Boom.

Hubo un cortocircuito en los cerebros de ambos, saltaron chispas y se quedaron parados. Sylvia tragó saliva y Vulcan carraspeó, sin apartar la mirada el uno del otro.  A qué venía eso. A santo de qué. Natalie pareció notar esas miradas y ¡ups! Le arreó un empujón a Sylvia, que rompió el contacto visual para intentar agarrarse a la verja y no pegarse la hostia del siglo. Cuando volvió a mirar hacia Vulcan, él se miraba los pies, con los nervios de la mandíbula crispados y terriblemente ruborizado. 

Cuando el concierto acabó, Sylvia estaba mareada. Juraría que esa cerveza no era normal. Un par de chicos se interpusieron en su camino justo cuando estaba a punto de alcanzar la puerta del baño para echarse agua en la cara.- ¿Vas a alguna parte, monada?  

… venga. Ni de coña. Carraspeó e intentó que no se notara mucho que había empezado a temblar.- Sí.- Intentó pasar entre los dos a empujones,  pero no se movieron ni un centímetro. Uno de ellos le sonrió y levantó la mano, como si fuera a acariciarle el pómulo.- Vente a una fiesta privada con nosotros. Tenemos coca.- QUÉ. ¿Le habían visto cara de yonkie? No volvía a pintarse los ojos de negro jamás.
 
Abrió la boca para responder cuando notó que un brazo le rodeaba los hombros. Se dio la vuelta para empujar al gilipollas que fuera que se había atrevido a tocarla y se quedó de piedra al ver que era Vane. WTF. WTF WTF WTF.- Eh, tíos, está conmigo.- Dijo de forma amenazante. Era gracioso ver a Vane intentando ayudarla. Sería más alto que ellos dos, pero era un palo de escoba digno de representar a Jack Skeleton.

Los tíos se miraron y empezaron a reírse.- Tu titi quiere venirse con nosotros, amigo.- Vulcan levantó las cejas.- No lo creo.- Y, sin decir ni pío, le rompió un botellín de cristal a uno de los pavos en la cabeza, que le hizo tambalear mientras se sujetaba un corte en toda la frente que sangraba copiosamente.

Con la sorpresa, aprovechó para arrearle una patada al otro entre las piernas. Sylvia se dio cuenta de que llevaba botas militares. Vale, chico listo, ir con botas militares a un concierto con la excusa de ‘pisa antes de que te pisen’. 

Vulcan la cogió de la mano.- Corre.- Le susurró, antes de empezar a tirar de ella hacia la salida. Por lo visto la cerveza NO era normal, porque entre que él iba haciendo eses y ella veía colorines... Por el rabillo del ojo vio a Mordred corriendo detrás de Natalie mientras gritaba ‘MI VAMPIRRRRRRRRITAA, QUIERO VERTE LAS ENAGUASSSSSSSSSSS’, y Natalie salía por patas gritando noséqué de ajo y una cruz. Pero no pensó en avisar a Natalie decirle que estaba fuera. Ella corría fuera del local, hasta un callejón oscuro. Anda que de Guatemal a Guatepeor.

Sólo pararon cuando estuvieron seguros de que no los seguían. Se quedaron frente a frente y recuperando el aliento, entre miradas entrecortadas y nubecillas de vaho. La carrera les había despejado la cabeza y ahora intentaban pensar qué hacer. 

Sylvia se apartó un mechón de pelo con nerviosismo y levantó la mirada.- Muchas gracias por… lo de antes. No tenías por qué hacerlo.- Vulcan asintió lentamente y le dirigió una sonrisa torcida.- Te debía una. Por lo de la playa.- Se limitó a decir. Sylvia asintió y se miró los pies.
Vale, cortocircuito.
 
Fue la cerveza. En serio. Ella no quería pero. En menos de 10 segundos había dado un paso hacia Vulcan y había posado sus labios sobre los del chico. Mierda. Mierda. Se separó, ruborizada y farfullando perdones, pero Vulcan la agarró de la cintura y la acercó a él para besarla de nuevo.

Sería un error, una gilipollez, de todo, pero. Bueno, sí, de hecho lo era, sin peros.

El beso era intenso y extraño, como si su función fuera descargar toda la energía acumulada entre ellos y que ahora mismo corría por sus venas, creándoles escalofríos y obligándoles a pegar más sus labios, como si no pudieran respirar.

De hecho, no podían respirar.

Tras un tiempo, se separaron unos milímetros y tomaron aire. Sylvia se mordió el labio y Vulcan cerró los ojos, sin soltar su agarre.- Deberíamos irnos.- Susurró Sylvia, siendo consciente de que no tenía la más mínima gana de volver con Natalie a casa. Vulcan asintió y se separó de ella a regañadientes.

Cuando el calor del cuerpo de Vulcan dejó de envolverla fue cuando se dio cuenta del frío que tenía. Vulcan se quitó la chaqueta mugrienta y se la puso alrededor de los hombros.- Natalie está en la puerta, dile que la estabas con los del grupo.- Mejor, que pensara él por ella. 

Sylvia asintió y no dio ni dos pasos antes de notar la mano de Vulcan agarrándole la muñeca para volver a acercarla y besarla intensamente a modo de despedida. Unos segundos después se separaron entre miradas y sonrisas y Sylvia fue al encuentro de Natalie, perjurándole que estaba ruborizada por haber conocido al cantante.

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