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martes, 22 de octubre de 2013

Fascículo 5: Sinister Kid y Psychotic Girl.



Había pasado una semana desde el incidente en casa de Sylvia, y las aguas parecían haber vuelto a su cauce. Al menos relativamente. No es que hubieran llegado a besarse. BUENO, VALE, SÍ, HABÍAN LLEGADO A BESARSE. Pero joder, sólo un poco, no es que se hubieran dado el lote.

Básicamente porque la hermana de Sylvia les había pillado de pleno PERO.

Ahora cada vez que se veían huían el uno del otro. Habían sacado un 85% en el trabajo y eso les bastaba a los dos. Parecía que el cabreo había desaparecido y había sido reemplazado por una incomodidad palpable en el ambiente.

Natalie había interrogado muchísimas veces a Sylvia, igual que Mordred le había preguntado un par de veces a Vulcan ante su hosco silencio y sus gruñidos cuando divisaba una melena rubia por los pasillos. Ninguno de los dos había soltado prenda. 

A VER. Hay que entenderlos. Se habían. Besado. Él. Y ella. En plan. Vulcan el friki de los ordenadores canadiense que no había tocado teta en la vida y que tenía una novia novata más inocente que una niña de 8 años Y Sylvia la animadora estúpida que estaba medio saliendo con el mejor amigo del friki canadiense al que odiaba con todo su tiny heart.

Esas cosas no se podían explicar. Ni nombrar, ni recordar siquiera. Sylvia había pensado abandonarse a la bebida para olvidarlo, pero si empezaba a darle al tequila probablemente acabaría en un vagón de tren rumbo Hogwarts bailando encima de una mesa con un sujetador de pinchos y peleándose con retrasados varios. Y no. 

La cosa volvió a alterarse un miércoles cualquiera…

Hagamos los paralelismos:
Miércoles, 9:30 de la mañana, aseo de las chicas. Sylvia y Natalie.
-¡NATALIE!- La puerta del aseo se abrió de un golpetazo y una Sylvia despeinada y bastante radiante entró como un tornado.- ADIVINA. 

Natalie, que se estaba lavando las manos después de tomar su desayuno (dos uvas y un sorbito de agua), se la quedó mirando con las cejas levantadas.- ¿Jazz te ha pedido salir? ¿Tu madre te ha comprado un coche? ¿Tu cuñado ha cancelado la boda? ¿Electra se ha roto el cuello? ¿Elie Saab ha sacado una nueva colección?- Sylvia fue negando pregunta a pregunta y dio unas cuantas palmaditas mientras botaba en el suelo. Luego pareció acordarse de algo.

Empezó a abrir las puertas de los cubículos a patadas para asegurarse de que no había nadie y, justo en el último, encontró a Aliche con una grabadora y una libretita. AJÁ. Levantó las cejas y Aliche le sonrió, parpadeando con inocencia.- Yo sólo estaba… em… tomando apuntes para… em… la receta… del pastel… de Labores del Hogar… ya sabes… EJEJEJEJEJE. 

Fiuuuuuuuum, una Aliche voladora salió por la puerta del aseo y se estrelló contra la pared de enfrente, a alguien se le cayó un café sobre su mochila y su portátil se fue a tomar por culo. Espera, esos pompones que salieron volando…

Da igual.

Sylvia volvió a entrar al aseo espolsándose las manos y Natalie la miraba con el agua cayéndole todavía sobre las manos, ya arrugadas como pasas. WTF. A veces Stahl parecía recién salida del Wrestling. LA ENTERRADORA. Ya.

La rubia carraspeó y le cerró el grifo a Natalie, que seguía mirándola con miedo a moverse mucho, por si le arreaba.- No me mires así. Llevo una semana notando que nos sigue a todas partes, ya me he acostumbrado a mirar antes de hablar en algún sitio.- De ahí directa a la CIA, vamos.

Cogió unos cuantos papeles y se los tendió a Natalie, que empezó a secarse las manos sin apartar la vista de Sylvia. – Bueno, entonces… ¿qué pasa?- Tercera Guerra Mundial. Lo veía. Pero la carita de felicidad de Sylvia… 

Stahl se quitó la mochila del hombro, la dejó encima del lavabo y sacó un cartel arrugado que parecía haber arrancado de en medio de la calle.- THE BLACK KEYS VIENEN A LA CIUDAD.- Acto seguido empezó a gritar como una descosida y a pegar botes y a dar vueltas y casi se ahostia contra una puerta.

Natalie no había oído hablar de ese grupo EN LA VIDA, o sea, ella era más de Patito Feo y tal, pero vio la ocasión y.- NO JODAS, ES UNO DE MIS GRUPOS FAVORITOS. TENEMOS QUE IR A ESE CONCIERTO. NO NOS LO PODEMOS PERDER. 

Sylvia paró en seco y la miró con una sonrisota.- Las entradas salieron a la venta ayer. En acabar de clase, vamos a hacer cola para comprarlas.- Natalie tragó saliva y asintió.

Adivinad a quién le tocaría escuchar toda la discografía y empollarse letras de canciones.

Miércoles, 9:35 de la mañana, pasillo frente al aseo de las chicas. Vulcan y Mordred.
Vulcan se abrió paso a empujón limpio entre la muchedumbre, aguantándose el gorro como mejor podía y sujetando un café ardiendo con la punta de los dedos. Había salido huyendo de casa después de que su madre se enterara de en qué se había gastado el dinero, PERO. 

Llegó hasta Mordred y lo cogió por detrás.- Tíotíotíotíotío, tengo notición.- Mordred levantó las cejas y lo miró, adormilado.- El qué.- Preguntó pasivamente, mientras se dejaba arrastrar por la multitud. Vulcan le sacudió ligeramente.- ¡Adivina!

Hunter puso los ojos en blanco y chasqueó la lengua.- ¿Electra te ha besssssado ssssin ponersssse roja? ¿Electra te ha cogido de la mano ssssin reírsssssse por lo bajo? ¿Te ha ensssssseñado las tetasssss? ¿TE HA ENSSSSSEÑADO LAS BUBISSSSSSSSS?- PLOM, capón de Vulcan que despertó del todo a Mordred.- QUÉ DICES. Loco. Más quisiera…- Se lamentó.

Abrió la boca para darle la gran noticia, pero justo delante suya una animadora salió volando por la puerta del aseo y se estrelló contra la pared. Vulcan juraría que había visto una melena rubia desapareciendo por la rendija de la puerta y gritó un ‘STAHL, ABORTAR MISIÓN’, sólo que con las prisas por huir PLAAAAAAAAAAAS, se le cayó el café sobre el bolso abierto de Aliche. Donde estaba su portátil, que empezó a chisporrotear.

-Oh mierda. Oh mierda. Oh, mierda, mierda, mierda, mierda.- Aliche levantó la mirada y la cara se le descompuso de rabia.- ¡TÚ!- Oh dios, daba más miedo que MorganNo, mentira, no daba más miedo que Morgana. Nada daba más miedo que Morgana. Bueno, sí, Morgana recién levantada, con la regla y de resaca. De repente sintió compasión por Mordred.

Pero no tenía tiempo para sentir compasión por Mordred, ya que Aliche había empezado a gritar enfurecida y - ¡CORRE!- Empezó a empujar a Mordred por la multitud para huir de esa animadora histérica. Notó cómo algo le caía en la cabeza, pero no tuvo tiempo de investigar lo que era.

Corrieron hasta llegar a la cafetería, donde se sentaron, exhaustos, en la mesa de siempre, la más apartada y escondida. Ya allí, Vulcan se tocó la cabeza y…- Mordred, explícame por qué tengo un pompón a modo de sombrero.- Se lo quitó y lo dejó a su lado, mirándolo con aprensión. Joder, ese café le había costado un artículo del GB criticándolo hasta la muerte. Pero…

-Vale, colega, mira lo que tengo.- Metió la mano en el bolsillo del pantalón y sacó dos entradas de color marrón con las letras negras.- ¡Las primeras entradas para el concierto de The Black Keys en la ciudad! Estuve dos horas haciendo cola- en realidad fueron diez minutos- pero conseguí las primeras antes de que se agotasen- en realidad dudaba de que las entradas se agotaran.

Mordred entrecerró los ojos y miró las entradas con sospecha.- ¿Y Electra?- Ah. Ya. Vulcan puso los ojos en blanco.- Últimamente está muy rara. Me ha dicho que no le gustan las multitudes y que me lo pase bien en el concierto.- Se encogió de hombros. Al fin y al cabo ya sabía que las cosas con Electra estaban un poco jodidas, pero había confiado en poder arreglarlas en el concierto.

Al menos iría con su novio Mordred, unidos por el hilo de El Mal por eones y eones de generaciones incestuosas. 

***

No se lo podía creeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeer. Era sábado (porque me gusta hacer saltos temporales de la hostia) y estaba ya en el recinto con Natalie. Y por recinto digo una sala más o menos pequeña y algo cochambrosa, pero no pasaba nada. Diez de la noche. Tres horas de arreglos. Reescuchar CDs antiguos. Llevárselos todos en una mochila para luego acosar a los miembros del grupo y que firmaran. La libretita para los autógrafos. El instagram del móvil pa’ hacer instafotos instafantásticas. TODO PERFECTO.

~

Arrastró a Mordred entre la multitud. Todavía quedaba media hora hasta que empezara el concierto, pero la gente ya empezaba a coger posiciones y él pensaba estar en la primera fila. Esperó pacientemente más o menos por en medio y se puso a mirar a su alrededor. Le dio un codazo a Mordred.- Mira qué tía.- Le susurró, señalando una cabellera rubia que estaba de espaldas a ellos.- No ssse le ve la cara.- Se quejó Hunter, mientras se ponía de puntillas para intentar ver un poco mejor. Vulcan puso los ojos en blanco.- EL CULO, Mordred, EL CULO. MÍRALE EL CULO. EL. CULO. 

Mordred pareció entenderlo y se quedó mirando. Se encogió de hombros.- Me gussta más la que esssstá al lado.- Al lado había una chica delgaducha con un vestidito blanco que parecía no encajar muy bien allí. Vulcan puso los ojos en blanco.- Allá tú. Vamos a pasar más adelante.- Cejas, cejas. Qué. Mirar no era infidelidad. 

Se acercó a las primeras filas, tirando a Mordred tras de sí, que gruñía diciendo noséqué de ‘te han echado droga en la cerveza’ (cosa que dudaba, porque el único que los drogaba era Jazz y no estaba allí) y se situó detrás de las nenas.

Espera, era un concierto. Hm. Sin querer, le dio un empujón a la rubia.- Uy, lo siento.- Farfulló, como si hubiera sido sin querer. La chica se dio la vuelta, susurrando un ‘no pasa nadQUÉ COÑO’.
NO SE VEÍA VENIR. QUÉ VA. Efecto sorpresa. 

Pero esa tía no parecía Sylvia. Estaba tan acostumbrado a verla con falditas rosas y el uniforme de animadora que… que… la examinó de arriba abajo sin cortarse un pelo. Vaqueros ajustados con aspecto de viejunos y algunas roturas, una camiseta de The Black Keys de tirantes cortada que dejaba a la vista su ombligo, el pelo ondulado que le caía desenfadadamente… ¿ERA SOMBRA DE OJOS NEGRA LO QUE LLEVABA?

Oye pues estaba guapNO, VULCAN. NO. Se quedó boquiabierto, con Sylvia mirándole acojonada, Natalie con cara de ‘oh dios’ y Mordred examinando con ojo crítico el vestidito blanco que lucía Natalie, como si no supiera muy bien qué hacía ahí. El blanco le daba alergia o algo por el estilo. Sería que se manchaba rápido con la sangre de las vírgenes de las que se alimentaba. 

Tras unos treinta segundos de reflexión en los que Vulcan intentaba alejar la idea de que había elogiado el culo de Stahl de su cabeza y Sylvia intentaba encontrar una excusa para salir por patas de allí, Mordred abrió la boca y le susurró a Vulcan un ‘huyamosssssss antessss de que nosss pongan lazossss’.

Pero no. Ya tardó Sylvia en abrir la boca.- ¿Qué hacéis vosotros aquí?- Preguntó con tono de estar mosqueada. ¿Mosqueada, ella? Mosqueada él. Ése era su hábitat, no el de una niña rica y pija.- La pregunta es QUÉ HACES TÚ AQUÍ, Stahl.- La rubia abrió la boca como una muñeca hinchable.
-¿Peeeeeeeeeeerrdonaaaaa? Tengo derecho a venir al concierto de mi grupo favorito, VANE.- Replicó con asco. Vulcan se cruzó de brazos.- Resulta que es MI grupo favorito y no te doy permiso para estar aquí así que puedes largarte. Shushu.- Le echó aire con la mano y Sylvia se la quitó de delante de un manotazo.- A mí no me vaciles, que eres un… un… un… SINISTER KID.- No es que le hubiera llamado Sinister Kid, cofcof, es que habían empezado a sonar los acordes, pero Vulcan no parecía haberse dado cuenta. 

Levantó las cejas.- ¿Eso es un insulto, Stahl? Tú eres una psicótica. PSYCHOTIC GIRL, ERES UNA PSYCHOTIC GIRL.- Eso, hablemos en jerga, seguro que Natalie y Mordred se estaban enterando de todo. Sylvia cogió aire, indignada.- YO. NO SOY. UNA PSYCHOTIC GIRL. SOY MUY DIGNA.- Vulcan empezó a reírse.- No lo eres.

Para entonces los acordes de la canción que empezaba hicieron a los cuatro girarse hacia el escenario. Sylvia miró de reojo a Vulcan, cogió a Natalie de la muñeca y corrió hacia las primera filas, dándole un empujón a Vane en el camino y casi tirándolo al suelo. Maldita animadora histérica. 

El concierto se dividió en beber cervezas de procedencia dudosa y cantar las canciones como gilipollas, a grito pelado e inventándose la letra cuando no se acordaban. Sin embargo Vulcan no podía evitar girar la cabeza ligeramente hacia la derecha, donde veía a Sylvia saltar como una más y cantar como si se supiera las letras de pe a pa. Nadie que la viera allí creería jamás que era una animadora estirada y estúpida.

Lo peor es que le gustó esa faceta de Sylvia, la desenfadada que bebía cerveza caliente, que pegaba empujones y no estaba pendiente de su pelo cada dos por tres. Que le pasaba los botellines a Natalie cada 10 minutos como si no tuviera fondo y a la que, de vez en cuando, sorprendía mirando en su dirección y le tocaba apartar la vista violentamente.

~

El concierto llegaba a su fin y Sylvia disfrutaba como una enana. Ya suponía que Natalie no sabía dónde se había metido, porque estaba recta como un palo a su lado, mirando a su alrededor e intentando no tocar mucho a la gente, pero no tuvo más remedio que ignorarla. Pegó saltos, recibió pisotones, juraría que un par de cerdos le habían tocado el culo…

Última canción. Too Afraid To Love You. Pos ole. Su puta estampa. Se tensó como un palo y, por alguna extraña razón que NADIE sabe explicar, giró la cabeza automáticamente hacia la izquierda. Vulcan estaba en la primera fila, tenso y con una máscara indescifrable en la cara. Justo cuando empezó a sonar la canción giró la cabeza y sus miradas se encontraron.

Boom.

Boom.

Boom.

Hubo un cortocircuito en los cerebros de ambos, saltaron chispas y se quedaron parados. Sylvia tragó saliva y Vulcan carraspeó, sin apartar la mirada el uno del otro.  A qué venía eso. A santo de qué. Natalie pareció notar esas miradas y ¡ups! Le arreó un empujón a Sylvia, que rompió el contacto visual para intentar agarrarse a la verja y no pegarse la hostia del siglo. Cuando volvió a mirar hacia Vulcan, él se miraba los pies, con los nervios de la mandíbula crispados y terriblemente ruborizado. 

Cuando el concierto acabó, Sylvia estaba mareada. Juraría que esa cerveza no era normal. Un par de chicos se interpusieron en su camino justo cuando estaba a punto de alcanzar la puerta del baño para echarse agua en la cara.- ¿Vas a alguna parte, monada?  

… venga. Ni de coña. Carraspeó e intentó que no se notara mucho que había empezado a temblar.- Sí.- Intentó pasar entre los dos a empujones,  pero no se movieron ni un centímetro. Uno de ellos le sonrió y levantó la mano, como si fuera a acariciarle el pómulo.- Vente a una fiesta privada con nosotros. Tenemos coca.- QUÉ. ¿Le habían visto cara de yonkie? No volvía a pintarse los ojos de negro jamás.
 
Abrió la boca para responder cuando notó que un brazo le rodeaba los hombros. Se dio la vuelta para empujar al gilipollas que fuera que se había atrevido a tocarla y se quedó de piedra al ver que era Vane. WTF. WTF WTF WTF.- Eh, tíos, está conmigo.- Dijo de forma amenazante. Era gracioso ver a Vane intentando ayudarla. Sería más alto que ellos dos, pero era un palo de escoba digno de representar a Jack Skeleton.

Los tíos se miraron y empezaron a reírse.- Tu titi quiere venirse con nosotros, amigo.- Vulcan levantó las cejas.- No lo creo.- Y, sin decir ni pío, le rompió un botellín de cristal a uno de los pavos en la cabeza, que le hizo tambalear mientras se sujetaba un corte en toda la frente que sangraba copiosamente.

Con la sorpresa, aprovechó para arrearle una patada al otro entre las piernas. Sylvia se dio cuenta de que llevaba botas militares. Vale, chico listo, ir con botas militares a un concierto con la excusa de ‘pisa antes de que te pisen’. 

Vulcan la cogió de la mano.- Corre.- Le susurró, antes de empezar a tirar de ella hacia la salida. Por lo visto la cerveza NO era normal, porque entre que él iba haciendo eses y ella veía colorines... Por el rabillo del ojo vio a Mordred corriendo detrás de Natalie mientras gritaba ‘MI VAMPIRRRRRRRRITAA, QUIERO VERTE LAS ENAGUASSSSSSSSSSS’, y Natalie salía por patas gritando noséqué de ajo y una cruz. Pero no pensó en avisar a Natalie decirle que estaba fuera. Ella corría fuera del local, hasta un callejón oscuro. Anda que de Guatemal a Guatepeor.

Sólo pararon cuando estuvieron seguros de que no los seguían. Se quedaron frente a frente y recuperando el aliento, entre miradas entrecortadas y nubecillas de vaho. La carrera les había despejado la cabeza y ahora intentaban pensar qué hacer. 

Sylvia se apartó un mechón de pelo con nerviosismo y levantó la mirada.- Muchas gracias por… lo de antes. No tenías por qué hacerlo.- Vulcan asintió lentamente y le dirigió una sonrisa torcida.- Te debía una. Por lo de la playa.- Se limitó a decir. Sylvia asintió y se miró los pies.
Vale, cortocircuito.
 
Fue la cerveza. En serio. Ella no quería pero. En menos de 10 segundos había dado un paso hacia Vulcan y había posado sus labios sobre los del chico. Mierda. Mierda. Se separó, ruborizada y farfullando perdones, pero Vulcan la agarró de la cintura y la acercó a él para besarla de nuevo.

Sería un error, una gilipollez, de todo, pero. Bueno, sí, de hecho lo era, sin peros.

El beso era intenso y extraño, como si su función fuera descargar toda la energía acumulada entre ellos y que ahora mismo corría por sus venas, creándoles escalofríos y obligándoles a pegar más sus labios, como si no pudieran respirar.

De hecho, no podían respirar.

Tras un tiempo, se separaron unos milímetros y tomaron aire. Sylvia se mordió el labio y Vulcan cerró los ojos, sin soltar su agarre.- Deberíamos irnos.- Susurró Sylvia, siendo consciente de que no tenía la más mínima gana de volver con Natalie a casa. Vulcan asintió y se separó de ella a regañadientes.

Cuando el calor del cuerpo de Vulcan dejó de envolverla fue cuando se dio cuenta del frío que tenía. Vulcan se quitó la chaqueta mugrienta y se la puso alrededor de los hombros.- Natalie está en la puerta, dile que la estabas con los del grupo.- Mejor, que pensara él por ella. 

Sylvia asintió y no dio ni dos pasos antes de notar la mano de Vulcan agarrándole la muñeca para volver a acercarla y besarla intensamente a modo de despedida. Unos segundos después se separaron entre miradas y sonrisas y Sylvia fue al encuentro de Natalie, perjurándole que estaba ruborizada por haber conocido al cantante.

Fascículo 4: Muerte súbita.



Era un bello día en Fatty’s High School, el sol relucía, las nubes de tormenta que habían cubierto el edificio el fin de semana se habían disipado, y la noticia de la venganza de Sylvia había corrido como la pólvora. Con Aliche ganada a base de amenazas, había conseguido que el Gossip Bitch editase la noticia como merecía: una reivindicación del poder de lo más alto de la sociedad y un ejemplo a seguir. Qué orgullosa estaba la rubia.

Había dejado a Natalie yendo a clase y se había metido en el aseo a retocarse para estar súperfabu en su victoria. Iba a ser la Queen, seguro que hasta Kimara le daba un par de palmaditas en la espalda. PALMADITAS EN LA ESPALDA.

-¡Stahl!- El grito resonó en los lavabos de chicas, seguido por la entrada de un Vulcan furioso, que cerró la puerta tras él de un golpe. Sylvia, que se estaba poniendo brillo de labios en el espejo, ni se inmutó.- Qué tal, Vane.- De qué iba esa. De qué iba.- ¿De qué vas?- Hacía grandes esfuerzos por controlarse, pero a lo mejor le rompía la cara a esa inútil que tenía delante.

Sylvia acabó de ponerse brillo de labios y enroscó la tapa antes de girarse perezosamente con una sonrisita en los labios.- De divina. Y ahora, si me disculpas…- Hizo un amago de pasar por al lado de Vulcan, pero éste se interpuso en su camino.- No vas a ir a ninguna parte, Stahl.

Ella levantó las cejas y ladeó la cabeza.- Vane, como no me dejes pasar empezaré a gritar que me estás intentando toquetear. Y me creerán a mí porque…- se examinó las uñas con superioridad- ... en fin, mírame.- Sacudida de pelo a lo L’Oreal. Se podían oír los dientes de Vulcan chirriando al otro extremo del instituto.

La rubia volvió a intentar pasar, pero Vulcan la cogió de la muñeca con fuerza y la estampó contra la pared. Stahl ahogó un gemido, pero no borró la sonrisita de la cara.- ¿Vas a pegarme, Vane? ¿Es eso lo que vas a hacer?- Acercó peligrosamente su cara a la del chico, que se mantenía en tensión, al punto de estallar. Le costaba hablar sin gruñir.- Has humillado a Electra. La has jodido viva.- Apretó un poco más su agarre, pensándose seriamente si pegarle una paliza.

Tras una risita, Sylvia levantó la barbilla.- Lo sé. Pero no te preocupes, que la cosa no ha acabado aquí. Estás muerto, Vane. Tú y tu… noviecilla repelente.- Vane le dio una sacudida y la volvió a estampar contra la pared.- NO ME AMENACES, STAHL. NO TE ATREVAS A AMENAZARME DESPUÉS DE LO QUE HAS HECHO.

Sylvia abrió la boca para volver a responderle, pero en ese momento entró Jazz en el aseo, atraído por los gritos.- ¿Qué está pasando aquí?- Preguntó calmadamente, con las manos en los bolsillos y una sonrisa aleteándole en los labios.- Apártate de ella, Vulcan.- Hizo un gesto de cabeza, como diciendo “vamos tío, no te pases”. Vulcan soltó a Sylvia sin dejar de mirarla con odio y ella le lanzó un beso.- Será mejor que vayamos a clase. No quiero que se me siente MU-GRE al lado. 

Jazz se quedó mirando a Vulcan mientras Sylvia salía del aseo, ufana.- Te avisé.- Se limitó a decir, para después salir del aseo y dejarlo solo.

***

La clase de geografía estaba siendo igual de aburrida que siempre, hasta que a la profesora no se le ocurrió otra cosa que anunciar un nuevo trabajo por parejas. Vulcan, al fondo de la clase, resopló y se escondió bajo su gorro, deseando que le tocara con Electra. No había ido el Lunes y probablemente no acudiría el resto de la semana por culpa de Stahl y compañía. La había intentado llamar, pero le había dicho que “quería estar sola”. ¿Qué significaba eso? ¿Sola de sola? ¿Sola sin él? ¿Sola de que se iba a largar de la ciudad, cambiarse el nombre y tintarse el pelo?

-Vane, Vulcan yyyyyyy…- La profesora extrajo un papel de la bolsita, pero él seguía sumido en sus cavilaciones, hasta que oyó un alboroto y un golpe. 

-NO PIENSO HACER EL TRABAJO CON ESE MAMARRACHO.- Esa voz le era demasiado conocida. No. No. nO. NO. Levantó la mirada y… sí. Stahl estaba de pié, con las manos en el pupitre como si acabara de dar un golpe y se quejaba de piojosos e imbéciles y frikis y ESPERA. Su cerebro hizo la conexión y se levantó de un salto.- PREFIERO IR CON MORGANA Y SERVIRLE DE APERITIVO ANTES QUE PONERME CON STAHL.
 
Morgana se dio la vuelta, como si pensara protestar, pero el alboroto que empezó a causar Stahl ahogó cualquier cosa que pudiera intentar decir.- ¡¡¡Si me obliga a hacer el trabajo con él se lo entregará Rita!!!- La profesora se levantó, harta de quejidos, y dio un golpe en la mesa.- BASTA.- Sylvia se calló y dirigió una mirada de odio intenso a Vulcan. Por lo visto se reía hasta que le tocaba estar con él más de cinco minutos seguidos. Bueno, tampoco es que él estuviera muy contento precisamente. Podía tirarse a los pies de un camión y dejarse atropellar. Era una MUY BUENA alternativa.

-Quien no entregue el trabajo estará suspendido. Y no sólo en la parte práctica, no, TODA la asignatura. Y quiero pruebas de que los trabajos han sido hechos EN CONJUNTO.- Le lanzó unas miradas a Vulcan y a Sylvia.- Así que ya pueden guardarse los rencores, porque de ustedes depende la nota que saquen. Si suspenden o no, es elección suya.- HACER UN TRABAJO DE VIDA O MUERTE CON STAHL. ¿ESTÁBAMOS LOCOS?

Los labios de Sylvia empezaron a temblar y, furiosa, dio la vuelta y salió por la puerta de golpe, dejando caer la silla y arrastrando tras de sí un par de minerales expuestos. Natalie empezó a recoger sus cosas con prisa y corrió detrás de ella, dándole un empujón a Vulcan al pasar por su lado.- Mira lo que has hecho.

ENCIMA ERA CULPA SUYA. QUÉ. Cuando miró a su alrededor, la mitad de la clase lo examinaba como si decidiera qué pensar de él. Bufó, como un gato callejero, y volvió a sentarse en la silla, intentando encogerse lo máximo posible o hacerse invisible. Mordred intentó hablar con él, pero se caló el gorro hasta las cejas y se negó a abrir la boca. Es que sólo le pasaban desgracias.

~

Después de clase, Natalie se acercó a él con cara de estar cerca de un vertedero. Él intentó evitarla, pero en cuanto salía por la puerta, Natalie le anunció La Catástrofe.- En casa de Sylvia esta tarde a las 5 y  media. Esta es la dirección.- Le dio un papel y salió huyendo, como si no quiera que lo vieran con él. Genial, encima le tocaba estar en Terreno Desconocido.

***

Ella no pisaba la casa del vagabundo ese. Bastante había tenido que calmarse y no incendiar el instituto entero para librarse de, en fin, LA CATÁSTROFE. Había enviado a Natalie como mensajera para que al chaval no le diera tiempo a huir. Si suspendía una asignatura, estaba fuera del equipo de animadoras, y eso SÍ que era grave. Se imaginaba a Kimara cogiendo un bate (por qué no) y destrozándole la cabeza a golpes. O no. Sí, definitivamente, sí.

Tras tener una crisis de ansiedad, un acceso de ira, romper la puerta de un aseo y casi matar a Natalie por decirle que se la había corrido el maquillaje, había decidido soplarse el resto del día e irse a casa. Sola. Tranquila.

Con su hermana.

Nada más poner los pies en casa había oído a su hermana parloteando por teléfono histéricamente sobre la boda, pegando gritos, dando órdenes, CABREÁNDOLA. Así que decidió dar una vuelta antes de que Vane apareciera por allí y, en fin, apestara toda la casa. De hecho pensaba comprar ambientadores y candados, que fijo que tanto lujo lo volvía loco y se liaba a robar ceniceros para venderlos en algún mercadillo.

Así que se fue a dar una vuelta por el centro de la ciudad, se metió en tiendas y empezó a comprar como una loca. Tres vestidos, cinco camisas, unas faldas… NECESITABA ROPA ROSA. LOS MIÉRCOLES IBAN DE ROSA. 

Pasó por delante de una tienda de ropa de segunda mano y…- ¿Podmore?- Ronroneó. NO PODÍA SER. Qué suerte. Era esa. La chica se quedó tensa al instante y se dio la vuelta. Oh dios era ella. En una tienda de ropa de segunda mano. Con un jersey feísimo en la mano.- ¿Te piensas comprar eso? Oh dios, fijo que lo ha llevado algún muerto.- Se puso la mano en la boca, horrorizada. Y encima no un muerto glamuroso a lo… ¿Peter Parker había muerto? BAH DA IGUAL.

Electra dejó caer el jersey al suelo y empezó a temblar. Le daría pena si… nah.- D-déjame. Yo no te he hecho nada. No me merezco esto.- Bajó la cabeza e intentó retener las lágrimas. O al menos eso le pareció a Sylvia, que chasqueó la lengua, asqueada.- ¿Es que vas a ponerte a llorar cada vez te encuentres conmigo, Podmore? Te recuerdo que vamos a la misma clase. A no ser…- Sonrió.- ¿Te vas a mudar a algún sitio?- Plsplsplspls.

La pobrecilla negó con la cabeza, como temiendo disgustarla. Bueno, disgustada estaba. Sylvia puso los ojos en blanco y empezó a mirar una camiseta HORRIBLE distraídamente.- Bueno, yo me tengo que ir yendo. Tengo que hacer un trabajo con tu novio.- Cargó la palabra ‘novio’ de tanto asco que Electra la miró sorprendida.- ¿Le vas a hacer daño? No le hagas nada, por favor. É-él es bueno, no te ha hecho nada.- MEEEEEEC, respuesta equivocada.

No le respondió, se limitó a estirar una sonrisa y a dejar caer un par de billetes de dólar sobre el jersey que había tirado.- Supongo que con esto tendrás para renovar todo tu armario.- Levantó las cejas, se dio la vuelta y se fue. A ver qué le decía a Vulcan. A ver.

~

Más tarde, el timbre de su casa sonaba. Tragó saliva y bajó los escalones de cuatro en cuatro, le dio un empujón a su hermana y la encerró con llave en el comedor.

Bueno, no. Eso es lo que debería haber hecho. Pero ella estaba en su cuarto, con el portátil y los altavoces a todo volumen, así que no se enteró.

Así que abrió la puerta su hermana.

***

En esa casa tendrían encerrados a un montón de mejicanos ilegales trabajando para ellos. Seguro. Lo notaba, lo olía. Esa casa OLÍA A PECADO venga vale, no. Era tan blanca, tan grande y con un jardín tan cuidado que Vulcan estuvo a punto de dar media vuelta y salir corriendo en la dirección opuesta.

Debería haberlo hecho.

En cuanto le abrió la puerta un clon de Sylvia con unos años más y con cara de ser aún más pija repelente que ella, se arrepintió de haber ido. QUÉ ERA UN SUSPENSO COMPARADO CON LA TORTURA QUE LE ESPERABA. Luego se acordó de los sartenazos de su madre y se le pasó.

Se parecía demasiado a una tía que había visto en una serie. ¿Cómo se llamaba? ¿Amanda Schull? Eso. PB de la hermana de Sylvia, SSHHH. Y tenía la mima sonrisa. Bueno, no: MÁS inquietante. Como si estuviera calculando cómo bañarlo, peinarlo y cambiarle de ropa. Oh dios. Seguro que le intentaban bañar. SU PELO.

-Así que tú eres el amiguito de mi hermana…- ¿Amigqué? Qué. Qué. QUÉ. Tragó saliva.- Compañero.- La rectificó. Amiguito no era precisamente una palabra que le pegara con la relación que tenía con Stahl. Algo así como ‘rehén’, puede.

La hermana de Sylvia se encogió de hombros y le tendió la pálida mano.- Soy Zafire, la hermana de Sylvia.- ¿Si la tocaba le contagiaría algo? ¿Le arrancaría la mano para petrificarla y usarla para poner sus anillos? Tras dudar unos segundos, le estrechó la mano.- Vulcan Vane.- Casi se ahoga diciendo su propio nombre. Zafire asintió, sin dejar de examinarlo.- Vulcan…- ronroneó. Oh dios, tenía el mismo tono de voz que Stahl cuando iba a echar alguna maldición.- …sígueme. La habitación de Sylvia está en el piso de arriba.- Cómo no. La niña siempre estaba en el piso de arriba. Y él viviendo en un cochambroso cuarto con su hermano mayor. Uno de ellos.

Subieron las escaleras y pararon ante una puerta blanca reluciente con un “SyLviAh” en letras rosas y estrellitas y flores y DIABETES. De dentro salía un estruendo que se podía considerar músicESPERA. Qué. Estaba. Escuchando.

La hermana de Sylvia abrió la puerta anunciado ‘Sylvia, tu amigui está aquí’ y desapareció sin más. Espera. Sylvia estaba sentada en la cama, con un portátil en las manos y… y… algo no cuadraba.- ¿Estás escuchando Iggy Pop?- Se escandalizó Vulcan. Ella no tenía derecho a escuchar buena música. NO LO TENÍA. ¿QUÉ HACÍA ESCUCHANDO ESO? QUE  SE FUERA A SACAR LA LENGUA CON LA CYRUS.

Sylvia levantó la cabeza de golpe e intentó parar la música dándole a una tecla furiosamente. Como si la hubieran pillado con las manos en la masa, saltó de la cama, abrió un cajón y metió un montón de CDs dentro de un golpe. Vulcan pudo distinguir las carcasas de algunos como Kasabian o Mumford & Sons. What.

Y espera, que eso no era lo último. En cuanto Sylvia se levantó a guardar los CDs se dio cuenta de que a) llevaba una camiseta de Marilyn Manson unas 10 tallas más grande y b)… - ¿Estás jugando al LoL?- Pirueta doble mortal que pegó Stahl para conseguir cerrar de un golpe el portátil justo cuando empezaba a sonar Jet.- ¿ESTÁS ESCUCHANDO JET?

Demasiado… para… su cabeza. Iba a estallar. Moría. Lo peor es que la habitación era típica adolescente pero pero pero. Qué hacía un póster de Hugo Silva al lado de uno de Jack White. Se estaba mareando. Juraría que eso era un disco de Miley Cyrus medio roto al lado de uno de Ke$ha al lado de uno de… de… por favor que eso no fuera Pink Floyd. - ¿TIENES BUEN GUSTO MUSICAL?- La voz le salió tan aguda que creó un gallo. Oh dios. Stahl qué has hecho.

-NO.- Gritó Sylvia. Se quitó la camiseta (ESTÁENSUJETADORESTÁENSUJETADORESTÁENSUJETADOR) y se la tiró a la cara para meterse corriendo en un vestidor y salir con una camisetita rosa de tirantes con encaje.- NONONO.- Cerró mejor los cajones y metió el portátil debajo de la almohada.

Se quedó parada delante suya, como hiperventilando.- Aquí. NO HA. Pasado nada.- A ver, una animadora con buen gusto musical y jugando al… al…- ¿Por qué tienes buen gusto musical?- Estaba tan flipado que casi se le olvidaba el cabreo que tenía con ella. Sylvia se puso roja como un tomate.- NO TENGO BUEN GUSTO MUSICAL, ME GUSTA MILEY CYRUS, SÉ HACER TWERKING COMO ELLA Y EN UNOS AÑOS RONEARÉ A LOS TÍOS CON SU ARTE.- Qué.

Se atusó la melena y se quitó el gorro. Estaba. Demasiado confundido.- Y SERÉ ACTRIZ DE FÍSICA O QUÍMICA Y ME SACARÉ UN MARIDO EN MUJERES Y HOMBRES Y VICEVERSA, ORIANA TE QUIERO ERES MI ÍDOLA.- Sylvia gritaba sin hacerle mucho caso e intentaba que olvidara todo lo que había visto.

Tras unos segundos, intentó rehacerse. Venga. Que sí. Vuelve a acordarte de que es Stahl. Pero no la Stahl con buen gusto musical y que jugaba al LoL. La Stahl que había humillado a Electra. Eso. Muy bien. Así está mejor. Carraspeó y se sentó en la cama.- Emmm… ¿empezamos?

A la media hora, los dos estaban callados como muertos. No querían ni mirarse ni hablar ni nada. Vulcan se dedicó a echar un vistazo a la habitación de Sylvia. En la cama tenía un peluche, lo cogió y se puso a examinarlo.- ¿Tienes un minion?- Sylvia lo miró con rencor, lo cogió y se lo quitó de las manos.- Se llama Paletix y no le gusta que la toquen.- Gruñó. Vulcan decidió callarse, porque él tenía tres minions de peluche escondidos bajo llave en su cuarto. Stahl jamás se enteraría, NO.

Tras unos minutos, Sylvia carraspeó.- He visto a tu novia hoy. Estaba mendigando en una tienda de segunda mano.- Vulcan se tensó al instante.- No hables de ella. No pronuncies ni su nombre.- Sylvia puso los ojos en blanco y se encogió de hombros.- Sólo te informo. Si te regala algo probablemente lo habrá robado… o algo peor. VINTAGE.- Lo peor es que Vulcan llevaba ropa vintage. Era muy jipster.

Miró a Sylvia con los ojos entrecerrados.- Que te calles.- Stahl soltó una risita.- Más quisieras tú. No te queda a ti que sufrir ni nada. Porque hayas visto lo que has visto no vas a librarte de lo que te espera.

Vulcan se cansó. Entre que llevaba un día de mierda ya empezando a discutir con Stahl, luego lo del trabajo, luego su madre y sus hermanos en casa y ahora de nuevo esa animadora petarda venía a tocarle las narices mientras que Electra no le respondía las llamadas…

Se levantó de un golpe.- STAHL, CIERRA LA PUTA BOCA.- Sylvia se levantó prácticamente a su vez, encarándolo.- ESO TE PASA POR IR DE SUPERIOR, VANE. DEBERÍAS APRENDER CON QUIÉN METERTE Y CON QUIÉN NO.

Vulcan cogió a Sylvia de la muñeca con fuerza.- Si vuelves a tocarme los cojones puede que esta vez no me aguante las ganas de pegarte un bofetón.- La rubia se quedó parada, con las cejas levantadas y extrañamente seria.- ¿Ah sí?- Pegó su cuerpo al de Vulcan, sin mostrar ni un ápice de miedo.- Venga, adelante. ¿No me vas a pegar? ¡Vamos!

Esperó unos segundos. Vulcan respiró hondo y, cuando soltó a Stahl, ella le dio un manotazo.- NO, VANE, AHORA ME PEGAS.- Otro manotazo.- VENGA, QUE ME GOLPEES.- Le empezó a dar manotazos y empujones, arrastrándolo prácticamente hasta la puerta mientras le decía que le pegara, que así tendría una razón para tirarlo del instituto para siempre y no verle la cara.

En un arranque de fuerza, Vulcan le cogió las manos y la echó hacia detrás.- Para ya, Sylvia.- Pero ella seguía enloquecida, intentando soltarse por todos los medios y tratando de arrancarle los ojos con las uñas. En un acto de voluntad, consiguió tirar a Sylvia en la cama.- ESTATE QUIETA.- Le gritaba mientras intentaba aguantarla contra el colchón, aprisionando sus brazos contra éste.

Demasiado tarde para darse cuenta de que estaba encima.

-TE ODIO.- Le gritó Sylvia, casi finalmente. Pese a que estaba más calmada, Vulcan la siguió aprisionando en el colchón.- ¿Yo qué te he hecho a ti, eh, Stahl?- Sylvia abrió la boca, indignada.- ME HUMILLASTE PÚBLICAMENTE SIN VENIR A CUENTO. ME ACUSASTE DE SER GOSSIP BITCH. ME LLAMASTE IMBÉCIL Y TE CREÍSTE QUE ERA UNA GILIPOLLAS SÓLO POR SER ANIMADORA.- Volvió a agitarse y casi consiguió soltarse, así que Vulcan se acercó más a ella, controlando con más fuerza sus muñecas.

 Puede que tuviera razón. Sólo un poco.- No le habría hecho nada a Electra de no haber sido por tu culpa, Vane.- Vulcan frunció los labios.- Pero lo hiciste.- Gruñó, sin dejarse caer en el juego. Por supuesto que lo hizo, por su culpa no sabía nada de Electra en días.- Y tú te metiste conmigo delante de mis amigos sin venir a cuento. ¿A qué coño vino eso?

Vulcan se quedó frío. Se acordó de la playa, de la sensación de rabia que le dio ver a Sylvia besándose con Jazz. Cerró la mandíbula con fuerza y, en ese momento, se dio cuenta de que estaba encima de Sylvia en su cama. Y Sylvia pareció darse cuenta.

Se quedaron quietos, sin saber qué coño hacer.- Lo siento.- Susurró Vulcan, casi sin darse cuenta. Sylvia asintió, tras tragar saliva.- Yo…- Espera. Por qué se acercaban sus labios. No. No. VULCAN APÁRTATE. VULCAN. VULCAN. VULCAN.

La puerta de la habitación se abrió y la figura de Zafire se quedó congelada en la puerta. Diez segundos. Veinte. Dio un paso hacia atrás, abrió la boca y…- MAMÁAAAAAAAAA, SYLVIA SE ESTÁ DANDO EL LOTE CON UN CHICO EN SU HABITACIÓOOOOOOON.