-Aparta,
microbio.- Suzanne le propinó un empujón a Sylvia al salir de la cocina y subir
a las escaleras.- ¡Vete a la mierda, ama de casa!- Le gritó Sylvia, furiosa. No
entendía por qué coño su hermana se iba a quedar a vivir con ellos durante los
preparativos de su boda. Quizá porque su futuro marido no era capaz de
soportarla en ese estado de HISTERIA CONTÍNUA. Tres meses. Tres meses de
castigo, ugh. Qué asco.
Se
le disipó el mal humor en cuanto vio a su madre. Se paró enfrente de ella de un
saltito y le dirigió una sonrisa encantadora, parpadeando mucho.- Adivina qué.-
Su madre estaba cortando en rodajitas un pepino para la ensalada. Levantó la
vista con aburrimiento.- Qué.- Sylvia se mordió el labio y sonrió más
ampliamente, dejando el teléfono que llevaba en la mano sobre la encimera.-
Jazz acaba de llamar para invitarme a la fiesta en la playa de esta semana con
él.-Ya sin poder contenerse, empezó a dar palmaditas y saltitos, mientras su
madre la miraba con las cejas levantadas.- Muy bien, cariño. ¿Qué marca de
coche habías dicho que tiene?- Sylvia paró de saltar y la miró.- Un Range
Rover.- Era un todoterreno gigante y negro, siempre reluciente. Los mejicanos
que trabajaban para Jazz seguramente se lo pulían todas las mañanas antes de
salir. Su madre pareció perder todo el interés y siguió cortando pepino.- El
futuro marido de tu hermana tiene un Maserati.
Media
hora después, Sylvia salía de su casa, con el mal humor de vuelta. Su madre era
imbécil, Natalie, que se había puesto mala y no acudiría a clase, también era
imbécil. La estúpida de Morgana, que había acabado el trabajo sin ella y se
había atribuido casi todo el mérito, era imbécil. Bueno, tampoco es que pudiera
juzgarla, porque Sylvia había estado toda la tarde dibujando corazoncitos con
“Miss y Mister Cayne” en su libreta rosa de Biología, pero ¡cómo se atrevía!
Cuando
llegó al instituto, las primeras clases se las pasó mirando furibunda a todo el mundo y dejando caer comentarios
más venenosos de lo normal. A la hora de comer llegó donde estaban todas las
animadoras sentadas, que no paraban de cuchichear. Levantó las cejas.- ¿Se
puede saber qué pasa?- Todas levantaron la mirada, entre siseos amortiguados.-
¿Es que no has leído el Gossip Bitch de hoy?- ¿COPYRIGHT? ¿QUÉ ERA ESO? Sylvia
les lanzó una mirada curiosa y se apresuró a sacar su móvil. Se había olvidado
por completo de él desde que había tenido la discusión con su madre. Tenía un
e-mail, como seguramente habría tenido todo el instituto. Lo abrió, mordiéndose
el labio.
Amor en tiempos de frikis.Se nota que se acerca la primavera (aunque estemos a finales de Octubre), y que las hormonas están ¡revueltas! ¿Quién creéis que protagonizará nuestro cotilleo matutino? ¿El ansiado y, hasta la fecha, incazable Jazz Cayne? ¿El Telleria con más estilo (y pene)? ¿Quizá cierto vendedor de sustancias con el pelo verde? ¡No! Ni siquiera la Reina de las Reinas, Kimara Rowle, protagoniza hoy nuestra noticia.Nadie adivinaría que una novata pudiera causar tal sensación. La guapa, sosa y poco carismática Electra Podmore nos sorprende a todos habiendo llegado hace apenas una semana al instituto y ya causa un revuelo en los corazones. ¿Qué ha pasado? ¿Tenemos una nueva parejita en el instituto? Quizá el Vane con menos músculos que ha pasado por Fatty’s High School esté tan anonadado como nosotros.Así que sí, está confirmado, rarita y friki tienen un romance, una relación, UN COMPROMISO. ¿Los veremos asistiendo juntitos al Baile de San Valentín? ¿De la mano? ¿Con camisetas del Wor of Warcraf y paseando por el instituto? El primer friki de la historia que se echa novia, se merece un aplau… mejor no.En otro orden de cosas, ha llegado a los oídos de Gossip Bitch que cierta rubia y un señorito de apellido conocido en esta revista tienen una cita… oficial. Felicidades, Stahl, a lo mejor esta vez consigues hacerte con un novio de una vez por todas y dejas de torturar a las parejitas felices que pululan a tu alrededor.You know you love me.XOXO
***
-¿Cómo
voy a salir en un cotilleo?- Vulcan no se lo creía. Morgana le tendió el móvil,
con una sonrisa lobuna en los labios y él leyó el artículo con los ojos
saltando de línea en línea.- ¿CÓMO SE HAN ENTERADO?- Miró a Electra, que estaba
a su lado y leía el artículo desde su móvil con los ojos y la boquita abierta.-
Y-yo no he dicho n-nada. Lo prometo.- Miró avergonzada a Vulcan, que bufó y
miró a la mesa de las animadoras.- Ya lo sé, sé que no es cosa tuya.
Stahl
se le había quedado mirando, y él no apartó la vista. Para qué. Seguro que esa
imbécil tenía algo que ver, al fin y al cabo había hablado con ella el primer
día que había puesto los pies allí. Electra le había dicho que había sido
simpática con ella, pero él no se fiaba el pelo. No de Stahl. De ninguna
animadora. Eran todas iguales. Se prometió a sí mismo buscar a Stahl después de
clase y hablar con ella. Bueno, más bien sonsacarle. Se dio la vuelta y miró a
Electra, que se mordía el interior de la mejilla y no era capaz de subir la
mirada. Morgana los observaba a los dos con las cejas arqueadas.- Esfúmate.- Le
dijo Hunter a SU NOVIA.
Electra
miró a Vulcan, indecisa, luego a Morgana, luego a Vulcan otra vez.- ¿Es que
estás sorda? Fuera.- Finalmente, Electra optó por hacerle caso. Se levantó y
recogió sus cosas a toda prisa. Casi tropezó al salir por patas de allí.- No le
hables así. Nunca más.- Refunfuñó Vulcan, mirando con los ojos entrecerrados a
Morgana, la cual le respondió con una sonrisa ladina. Vulcan tragó saliva y
empezó a mirar a todos lados menos a ella, que lo observaba todavía con esa sonrisa.
-Así
que te has hecho mayor.- Ronroneó de esa forma que le ponía los pelos de punta.
Que se abriera el suelo y lo tragase. Ya. YA. Morgana siguió hablando,
perfectamente consciente de la cara de Vulcan y el efecto que producían en él
sus palabras.- Tienes novia. Quién lo diría.- Se cruzó de brazos y ladeó la
cabeza.- ¿Acaso te has olvidado de mí? ¿Ya no vendrás a buscarme a la
biblioteca haciendo como que no encuentras un libro?- Puso unos ligeros
morritos, haciendo como que le daba pena la idea, pero el brillo peligroso de
su mirada no disminuía ni un poco.
Vale,
tenía que huir de allí. A la velocidad del rayo. Antes de que… de que… de que
apareciera Mordred y lo pillara. Sí, eso. Pero no se podía levantar del maldito
banco, parecía que lo habían atornillado a él. Crujió la mandíbula y le dirigió
una mirada furibunda a Morgana.- Lárgate, Hunter. Estoy con Electra.- ¿De dónde
había sacado el valor para decir esas palabras? Oh dios, fijo que ahora se lo
zampaba. Fijo fijo fijo. ¡Se estaba levantando! LO IBA A MATAR.
Pero
Morgana se limitó a levantarse de la mesa, rodearla e inclinarse hacia él, de
forma que sus labios rozaran el lóbulo de su oreja.- Ya te cansarás de ella, Vulcan.
Y volverás.- Le dio un casi imperceptible
beso en la mejilla que le erizó el vello y se largó de allí.
Cuando
Vulcan se levantó y se dio la vuelta para salir huyendo, miró hacia la mesa de
las animadoras, donde Stahl parecía haberlo observado todo con una expresión
indescifrable.
***
Sylvia
empujó a Aliche contra las taquillas del vestuario femenino y le puso la
pantalla del móvil prácticamente en la cara.- Ahora dime cómo coño te has
enterado de todo esto.- Telleria soltó una risita y se quitó la mano de Sylvia
del hombro con una mirada traviesa.- ¿Qué dices, Sylv? ¿Pero por qué me
preguntas a mí?- Le dirigió un par de parpadeos encantadores. Sylvia dio un
puñetazo en la taquilla, directamente al lado de la cabeza de Telleria, y ésta
puso cara de fastidio.- Me vas a romper el oído.- Se quejó.
Hizo
un amago de irse, pero Sylvia volvió a cogerla del hombro y la dejó pegada a
las taquillas de nuevo.- Tú de aquí no te largas, si no quieres que le diga a
Kimara que eres tú la que escribió el artículo sobre esa vez que la pillaron
con Thyler en el Acantilado de los Besos.- Apareció una chispa de miedo en los
ojos de Telleria y Sylvia supo que llevaba la sartén por el mango.- ¿Cómo sabes
que soy yo?- Preguntó ella con fastidio.
Sylvia
se encogió de hombros y la soltó.- Sólo las animadoras sabían lo de Jazz por el
grupo de WhatsApp que tenemos. A Cayne no le ha dado tiempo de ir diciéndolo
por ahí. De hecho creo que ni ha venido hoy al instituto.- Levantó la
barbilla.- Además, eres la única que no sabe escribir bien World of Warcraft.
Tu pijería te pierde.- Tocada y hundida, Aliche puso los ojos en blanco y se
acomodó en la taquilla.- Bueno, y qué. No he dicho nada malo o falso.
Sylvia
la escudriñó y suspiró.- ¿De dónde te has sacado lo de Vane y la nueva? ¿Estás
segura?- La carcajada cantarina de Aliche resonó por todo el vestuario.- ¿Por
qué? ¿Estás celosa? Vaya, Stahl, no sabía que te iban delgaduchos y
andrajosos.- A Sylvia se le cruzó por mente eso de darle una hostia a Aliche y
dejarla ahí tirada, pero no tenía ganas de vérselas con su primo. Levantó una
ceja e ignoró su comentario.- Sólo quiero saber por dónde tener cuidado y
cubrirme las espaldas.- Ella se entendía.
Aliche
carraspeó, se le acercó y susurró.- Vane se lo estaba contando a Hunter en los
vestuarios, un pajarito lo oyó y…- se encogió de hombros- vio apropiado
contármelo.- Sylvia resopló.- Con pajarito te refieres a tu primo, ¿no?- No le
hacía falta ni que le respondiera.
Salió
del vestuario diez minutos después, molesta. Le dio una patada a una papelera
que había en medio del camino (es decir, a un lado del pasillo) y se encaminó a
la salida del instituto.
***
-¿Haciendo
pellas, Stahl?- Vulcan se bajó de un pequeño muro que estaba al lado de la
puerta del instituto y se acercó a Sylvia, que lo miró con cara de querer
arrancarle la cabeza. Wow, primero Morgana y ahora ésta. No estaba preparado
para tanta fémina loca. Pero sacó fuerzas de donde no había (y valentía) y se
la quedó mirando.
Sylvia
levantó la barbilla con altanería y le dirigió una mirada que no conseguiría
descifrar ni aunque se leyera un libro de lógica femenina. Por qué se metía en
estos líos.- ¿Qué coño quieres, Vane?- Se le encaró.- ¿Estás buscando a tu novia?- La palabra venía cargada de
tanto asco que le sonó idéntica a cuando él decía “animadora”. Tragó saliva y,
por un momento, pensó en agarrar su portátil y salir huyendo, pero le dirigió
una mirada casi tan letal como la suya y frunció el ceño.- ¿Por qué coño
escribes sobre mí?
Intentaba
seriamente no mosquearse, pero que se metieran en sus cosas le tocaba la moral.
Mucho. Y más si metían a Electra por en medio, que no haría daño a una mosca.
Era tan inocente, tan buena, tan guapa.
Sylvia
gritó un ‘LO QUE ME FALTABA’ y se dio la vuelta, como a punto de irse. Luego
volvió a él y le clavó el dedo en el pecho con la cara congestionada de rabia.-
Mira, Vane, si crees que no tengo mejores cosas que hacer que escribir
chorradas sobre la andrajosa de tu novia y tú, es que te falta un puto
tornillo.- Stahl escupía las palabras que daba gusto, como si fuera una
ametralladora, y Vulcan casi se dejó engañar. Casi.
-Por
supuesto que no tienes mejores cosas que hacer. Eres una animadora, una
imbécil, te encanta hablar de los demás porque tu vida está tan vacía que te
dedicas a joder las del resto. Y a mí no me vas a joder, Stahl.- Las palabras
le salieron a borbotones, sin filtro. No vio venir el estallido de ira
incontenida de Sylvia. Le dio un empujón que lo hizo retroceder dos o tres
pasos.- NO ME CONOCES. NO TE ATREVAS A HABLAR DE MÍ.- Vociferó. BAM. Otro
empujón.-ESTOY HARTA DE QUE ME JUZGUES SIN CONOCERME.- Fue a empujarle otra
vez, pero Vulcan le cogió las muñecas con fuerza y le mantuvo las manos en el
aire.- ¿Acaso no haces tú lo mismo llamándome friki?- El estallido de ira cesó.
Stahl se quedó calladita, escudriñándole, con los labios convertidos en una
línea fina blanca. Pasaron unos segundos en los que los dos estuvieron
mirándose fijamente, como reconociéndose el uno al otro.
Vulcan
notaba cómo una corriente de energía le atravesaba la columna vertebral
mientras mantenía el contacto visual con Stahl y se apresuró a justificarlo con
la mala hostia de la rubia, aunque casi se podía ver que a ella le había pasado
lo mismo. No, serían imaginaciones suyas.
Finalmente,
Stahl se deshizo del agarre de Vulcan con un movimiento brusco. V juraría que
estaba levemente sonrojada, pero también podía ser por ese acceso de furia. Le
volvió a poner el dedo en el pecho, y lo miró con los ojos entrecerrados.- Yo
no he escrito ese artículo, Vane.- Mantuvo el dedo unos cuantos segundos y
luego lo retiró, con una mueca de cansancio. Cogió sus cosas y se dio la vuelta
para largarse. Tras dar un par de pasos, se dio la vuelta.- Y yo de ti tendría
cuidado con Hunter.- No dijo nada más. Le dio la espalda y se largó por la
puerta, como quien no quería la cosa.
***
Se
había pasado los tres días que quedaban para el fin de semana de mal humor. De
muy mal humor. Natalie había sufrido las consecuencias en clase, igual que el
80% de sus compañeros. Ver a Vane por el pasillo hacía que le hirviera la
sangre y a la vez sentirse extrañamente culpable. Bueno, extraña, así en
general.
Pero
espera, ¿culpable, de qué? Tenía que devolvérsela. No iba a dejar que un friki
cualquiera le vacilara, pls, era una animadora. No, era algo más que eso. Era
La Futura Jefa de Animadoras. Bueno, no estaba del todo claro, pero iba con ese
pensamiento porque el positivismo era lo suyo. También pensaba que se casaría
con Jazz y tendrían hijos. Inocente.
Era
noche cerrada. Se había pasado todo el día nerviosa, intentando disipar ese mal
humor que la había tenido atrapada. El día de la fiesta. Su cita oficial con
Jazz. Oh dios, no podía ser. No paraba de llamar nerviosa a Natalie,
preguntándole qué ponerse, qué decir, qué hacer, cómo actuar. No sabía si tenía
que ser muy directa o hacerse la tonta, si le gustarían juguetonas o que se
dejaran hacer PERO, PERO EN QUÉ ESTABA PENSANDO. No, nono.
Cuando
subió al coche de Jazz, él la recibió con una sonrisita de superioridad y las
cejas levantadas. Sylvia esperó un piropo (se había pasado unas tres horas
arreglándose), pero Jazz se limitó a preguntar- ¿No vas demasiado arreglada
para una fiesta en la playa?- … Se mordió la lengua. Farfulló un par de excusas
y se abrochó el cinturón.
De
camino a la playa, Jazz no paraba de parlotear, y Sylvia estaba demasiado
distraída como para prestarle atención, así que asintió un par de veces, sin
decir ni mu. En un momento concreto, Jazz le pasó el brazo por los hombros, sin
apartar los ojos de la carreteray eso más o menos la despertó. Oh, por dios,
Stahl, estás en un coche, en una cita CON JAZZ CAYNE y no estás haciendo nada.
Ay. Ay.
Cuando
llegaron a la playa, ya estaban todos allí. Los alumnos del curso de Sylvia y
los superiores se encontraban alrededor de una gran hoguera, con música de
fondo y unas cuantas botellas de alcohol (unas cuantas decenas). Jazz cogió a
Sylvia de la cintura y la llevó hasta donde estaban los demás, donde empezaron
a saludar a todos los conocidos.
Una
hora después, todos estaban BASTANTE borrachos. Una de las animadoras,
Alexandra Stanfield, se puso a gritar no sé qué de meterse todos en el agua.
Que estaría congelada. Claro que sí. Mientras iba corriendo hacia la orilla,
Sylvia miró enfrente y se dio cuenta de que habían tres personas non gratas.-
¿Quién los ha invitado?- Preguntó a Natalie, en voz lo suficientemente alta
como para que V, Mordred y Electra la oyeran.- Yo.- Respondió resueltamente
Jazz.
***
No
sabía ni por qué se había dejado arrastrar a aquella asquerosa fiesta. Jazz les
había prometido buena música y diversión, pero ahí sólo había imbéciles y Miley
Cyrus sonando de fondo. Se arrepintió al segundo de pisar la playa. Mordred
estaba básicamente igual, pero en cuanto se sentaron se distrajo hablando con
una chica de un curso superior, una tal Silver Johnson.
Vulcan,
por su parte, se dejaba arrastrar por Electra, que estaba sonriente y contenta
por estar rodeada de gente, aunque no hablara con nadie en particular. En un
momento determinado, estaban los tres sentados en un tronco, Vulcan junto a
Electra y Mordred al otro lado, babeando con la chica mayor.
Una
animadora (imbécil, para variar) empezó a gritar gilipolleces y nadie le hizo
caso hasta que, metida en el agua, empezó a berrear “ME AHOGO, ME AHOGO,
SOCOOOOUURRRO”. Los allí presentes se quedaron mirando desde la hoguera, sin
saber muy bien qué hacer.- GINZAAA, AYUDAHHHHHH. MI VOY A AHUGARRRR.- Una
animadora rubia con unas mechas rosas empezó a manotear sin mirarla, mientras
le hacía cariñitos a un tío con pinta de ser del este.- AI ALEX TÍA, DÉHAME QUE
ESTOI A PUNTO DE LLEGAR A CUARTA BASEH.- Par de gilipollas. Justo uno de los
jugadores de fútbol americano se quitó la camiseta y fue a rescatarla cuando
Mordred, en un arrebato de sabiduría, abrió la boca.- Pero sssi hacesssss pie.
La animadora se lo quedó mirando. Dejó de
gritar, de manotear, y se levantó. El agua le llegaba por las rodillas.- Vaya
por dios.- Refunfuñó, avergonzada. Toda la hoguera empezó a reírse y ella salió
del agua, roja nucelar. Digo nuclear.- LA REINA DE LOS MARESHHHHHH.- Gritó la
animadora a la que había llamado Ginza, brindando con un megavaso. Todos
brindaron con ella, haciéndole coro.
Al
acto, Vulcan miró de reojo donde estaba Jazz y casi se le cae la mandíbula al
suelo cuando vio que le estaba… le estaba comiendo los morros a Stahl. En plan
comiéndole los morros. A fondo. Por algún motivo, eso le cabreó. Stahl tenía la
poca decencia de meterse con Morgana, de insultar a Electra, de meterse con él
Y AHORA SE ESTABA LIANDO CON SU AMIGO.- Deberíamos irnos. Esto es asqueroso.-
Dijo en voz alta, para que lo oyera la rubia.
Y
vaya si lo oyó. Sylvia se separó de Jazz, molesta.- ¿Tienes algún problema,
Vane?- Vulcan bufó, cabreado.- Tú eres mi problema. ¿Por qué no desapareces,
Stahl? No le caes bien a nadie de esta fiesta. Son todos casi tan falsos como
tú.- La fiesta al completo se silenció. Sylvia se quedó fría. Jazz levantó las
cejas y dijo ‘uhhh’.
***
No
sabía a qué coño venía eso. ¿A qué coño venía eso? Se quedó sentada en el
tronco, con Jazz a un lado y Natalie a otro. Todo el mundo la miraba y ella no
sabía ni cómo actuar. Oyó una risita a su derecha y adivinó que debía
pertenecer a Aliche, pero la ignoró. Sólo miraba fijamente a V, intentando
desintegrarlo. Notó cómo todas las células de su cuerpo empezaban a arder y a
vibrar y ella luchaba por no descontrolarse.
Misión
abortada. Se levantó del tronco y Natalie la cogió del brazo, intentando
detenerla, pero se deshizo con facilidad de su agarre y en menos de tres pasos estaba
parada frente a Vulcan, tan pegada a él que casi podía besarle (jeje).- ¿Qué
has dicho?- La voz le temblaba y los ojos le relampagueaban. Podía ver el
arrepentimiento pintado en la cara de Vane, pero no le importaba.
Al
ver que no le respondía, levantó la mano y le arreó una bofetada que le dejó la
mejilla roja.- QUE QUÉ HAS DICHO.- Antes de que pudiera volver a levantar el
brazo, Natalie la cogió y, hostia, para estar tan delgada, de repente tenía
fuerza. La fue arrastrando poco a poco hacia detrás, susurrándole cosas para
que se tranquilizara, pero ella seguía mirando fijamente a Vulcan, que se había
llevado una mano a la mejilla.- Te vas a arrepentir de esto, Vane.- Le juró,
antes de que Natalie la arrastrara hasta una especie de parque de juegos de los
que habían en las playas para los niños.
Sylvia
seguía temblando, mientras se desinflada lentamente. Natalie la cogió de la
muñeca, mientras le susurraba ‘tranquila, tranquila’ y le colocaba el pelo
detrás de la oreja tiernamente. Se mordió el labio y notó cómo las lágrimas se
agolpaban en sus ojos. Llevaba una semana de mierda y ahora, para colofón, eso.
Una humillación pública de manos de un friki imbécil y asqueroso. Dejó que
Natalie la abrazara, mientras notaba cómo empezaba a llorar de rabia y
frustración.
-T-todo
lo que ha dicho era mentira, ¿no?- El tembleque no pasaba, y Natalie la abrazó
más fuerte.- Claro que sí. Tranquila, es él el que no le cae bien a nadie. Tú
eres genial, Sylvia, de verdad.- Sylvia se tranquilizó un poco después de unos
segundos en los que Natalie le abrazaba y le acariciaba el pelo y levantó la
mirada.- ¿De verdad?- Natalie asintió, limpiándole las lágrimas de las
mejillas. -Si tú no estuvieras en el equipo, yo no me habría metido.
Sylvia
intentó bajar la cabeza, encogiéndose de hombros, pero Natalie le cogió de la barbilla
y le levantó la cara.- En serio, yo no estaría.- Se la quedó mirando,
ardientemente, de una forma extraña. Sylvia se sintió rara. Antes de que
pudiera preguntarse qué estaba pasando ahí, Natalie se acercó más a ella y la
besó.
Vale,
eso era raro. No estaba bien. Y lo peor es que, confundida, le respondió al
beso. O sea. Quería sentirse mejor después de todas las cosas horribles que le
había dicho Vane, y Natalie le hacía sentirse bien, o sea que eso no estaba
mal… ¿no? Tras unos segundos, se separó de ella y la miró, confundida. Natalie,
abrió la boca y empezó a tartamudear. - Y-y-yo… t-te he visto tan mal q-que…-
Sylvia negó con la cabeza y la cogió de la mano.- No pasa nada, ya estoy mejor.
Pero llévame a casa, por favor.-… ¿Se habría cambiado de acera por un disgusto
tonto?
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